Criminología Verde ¿Biodiversidad, al Estado le importa?

Desde hace una semana, usted lector, ha podido recopilar distintos términos, en las noticias o redes, respecto al derrame de petróleo en Ventanilla: Ecocidio, delito ambiental, daño ambiental, ecocrimen y quizá otros muchos más referidos al evento. Todos estos términos tratan de englobar un fenómeno que se estudia con relativa modernidad por la criminología, específicamente por la criminología verde.

De esta manera, la criminología verde examina los vínculos entre cambio climático y crimen, el problema de escasez de alimentos, la agricultura invasiva sobre sistemas ecológicos, desechos, abuso a animales no humanos, actividades y mercados ilícitos y otros muchos más que afectan a los océanos, bosques, montañas, agua e incluso la ciudad.

La criminología tiene un sesgo y es que tiende a ser antropocéntrica en su enfoque y orientación, “enfatizando la superioridad biológica, mental y moral de los humanos sobre todas las otras entidades vivas y no vivas”. Si desde la misma ciencia, que estudia el fenómeno, observamos esta tendencia, cabe esperar que desde otras ramas que intenten abordar estos temas, suceda lo mismo. Ejemplo de esto son las intervenciones de diversos especialistas y comunicadores que han abordado el derrame de petróleo en Ventanilla, catalogado como el mayor derrame de crudo de los últimos tiempos en el Perú.

“El periodismo descubre que la gasolina de su carro sale de una refinería en el Callao que recibe el crudo, todos los días, por mar, desde hace décadas. Dato: Crimen = Dolo. Si hay negligencia, debe probarse. Se ve horrible, pero se puede limpiar, no es el Exxon Valdéz.”

Rosa María Palacios (Tweet del 19/01/22)

Este es un claro ejemplo como la categoría de víctima queda invisibilizada cuando hablamos de actos contra los ecosistemas o especies no humanas y se minimiza a un mero proceso de restauración o limpieza cuando el impacto sobre la vida y el ambiente, a pesar de la existencia de tecnologías innovadoras, son irreversibles. Este antropocentrismo que se ve en el derecho penal, también, lleva a pensar en la naturaleza y las otras especies como recursos naturales, como valor instrumental y sin duda se vuelve peligroso para la misma supervivencia humana.

“Los seres humanos supervisan qué árboles y cuántos de ellos serán talados, qué fauna será cazada, en qué estación y en qué cantidad, qué productos químicos serán liberados al ambiente y en qué cantidad, y qué tierra se convertirá para el uso humano. Todas estas decisiones son tomadas en el contexto en que las personas pueden administrar y evaluar estos procesos, y en el que el bienestar económico y social de las personas revisten mayor importancia.”

Tanya Wyatt (2017)

Por otro lado, es incomprensible como ante daños tan importantes a la naturaleza exista tanta indiferencia por parte de los delincuentes (responsables), más aún, cuando estas son grandes empresas que cuentan con los recursos para actuar rápidamente sobre el daño. Esta actitud no solo reluce un sesgo antropocéntrico si no, además, un enfoque únicamente económico. Hasta ahora, el paradigma del desarrollo sostenible en el Perú parece no soportarse equitativamente en sus tres pilares y más bien solo queda a las sociedades esperar las consecuencias negativas de una idea trastornada de desarrollo, en donde, la naturaleza y las poblaciones que usan a la naturaleza y sus recursos como medio de vida tendrán que adaptarse a no tener bosques, a océanos sucios, agua y aire contaminado y suelos infértiles.

“Nosotros vivíamos en felicidad con nuestra libertad que es el mar, en un vínculo muy bonito y la solución que nos están dando (referido a REPSOL) es convertirnos en sus empleados”.

Alejandro Huaroto, pescador artesanal de Ventanilla, respecto a la propuesta de REPSOL de darle trabajo a los pescadores limpiando el petróleo del mar.

La reflexión final que tenemos en frente, ante este suceso que ha generado un severo daño ambiental y conmoción social es, primero, que existen actividades que pueden ser legales y legítimas y que aun así tienen efectos perjudiciales sobre la naturaleza y las personas y que ello nos debe llevar a una agenda de reflexión sobre el desarrollo. Y segundo que hay un camino abierto para la investigación sobre criminología verde que pueda aportar a un país que parece que adolece de su biodiversidad o dicho distinto, adolece de un estado que parece que no le importa.

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